Saltar al contenido

Ojo con la Habitualidad

Estamos insertos en un medio o contexto caracterizado por una serie de eventos, propios del comportamiento de quienes forman parte de ese medio, que acontecen u ocurren reiteradamente día a día y momento a momento.

Tanto es así que la mayoría de las situaciones que ocurren a nuestro alrededor no logran generarnos un nivel de activación que conlleve que nos llame la atención. Al contrario, muchas veces lo que nos llama la atención es lo que se escapa de la habitualidad del entorno en que estamos y que de alguna manera conforma nuestra habitualidad. Este es el punto sobre el cual me gustaría reflexionar en esta oportunidad. Lo que nos llama o no nos llama la atención y la importancia que tiene esto desde el punto de vista del comportamiento preventivo.

En gran medida nuestro entorno será el que determinará, en sus situaciones observables lo que es habitual de lo que no lo es. Sin embargo, de manera social y personal se va generando un proceso de acostumbramiento que es parte de nuestro proceso adaptativo a ese entorno, que será diferente en cada persona de acuerdo a factores netamente personales.

Por ejemplo, en un entorno o medio donde es habitual que las personas, como peatones, crucen la calle en cualquier lugar y no necesariamente en la esquina, conllevará, para quienes formen parte de ese medio, que el cruzar la calle por cualquier lado, no sea algo que llame la atención, ni genere algún tipo de reacción especial.

Este es un punto clave, porque esto mismo puede repetirse con una amplia gama de acciones asociadas a un comportamiento preventivo inadecuado, pero, que para un entorno determinado, no genere ninguna consecuencia desde el punto de vista de la reacción.

Es así como posiblemente una situación o acción que debiera tener un nivel de importancia y debiera generarnos una reacción de alerta, deja de tenerla y pasa a formar parte de nuestra habitualidad. Ejemplos de comportamientos preventivos tenemos muchos (lamentablemente). Algunos de carácter social por ejemplo son:

  • Habitualidad de la conducción a exceso de velocidad
  • Cruzar la calle con luz roja calculando que los vehículos no alcanzarán a llegar
  • No circular por lugares demarcados para ello
  • Circular en bicicleta sin los elementos de protección adecuados
  • , etc.

Cuando vamos a un medio o entorno que no es el propio o cotidiano, nos encontramos con una serie de situaciones, desde el punto de vista del comportamiento, que nos llaman la atención de manera positiva o negativa. Sin embargo para quienes conviven en ese medio, ese comportamiento forma parte de su habitualidad. Esto nos puede ocurrir cuando viajamos y manifestamos admiración por ciertos comportamientos sociales que nos parecerían difíciles de adquirir en nuestro medio o, por el contrario, cuando nos llaman la atención situaciones que nos pueden parecer incluso inexplicables desde el punto de vista del riesgo.

Lo interesante de esto es que hay una serie de comportamientos que podemos determinar cómo adecuados o inadecuados, de manera independiente al medio donde se ejecuten. Por ejemplo, conducir a exceso de velocidad se sitúa como acción inadecuada en términos de la evaluación del riesgo, de manera independiente a si corresponde a un acto aislado de una sola persona o a una situación habitual ejecutada por la mayoría. Sigue siendo una acción inadecuada.

Por ello surge la necesidad de reflexión sobre aquellas situaciones que ocurren momento a momento, que podemos determinar como inadecuadas desde el punto de vista preventivo, pero con las cuales convivimos o incluso participamos por formar parte de nuestra habitualidad.

El que una acción sea ejecutada por la mayoría de las personas o forme parte de la habitualidad, sólo quiere decir eso, que es habitual, pero no quiere decir necesariamente que sea una acción correcta. Si casi toda la gente cruza la calle por cualquier lado, quiere decir que es una acción ejecutada por un gran número de personas y que incluso es habitual, pero no quiere decir que eso sea lo correcto.

La importancia está en nuestra propia capacidad de determinar, de manera independiente al medio en que estemos y sus habitualidades, cuáles acciones preventivamente son correctas y cuáles son inadecuadas. De esta manera aumentamos nuestra posibilidad de promover positivamente acciones correctas o por lo menos manifestaríamos nuestra capacidad de no ser participantes de ellas.

El conflicto está en que sin darnos cuenta, muchas situaciones por ser habituales, las consideramos “normales” y al considerarlas normales y no hacer nada al respecto, sin querer, las estamos aceptando. Nuestro nivel de aceptación será el que determinará nuestra reacción frente a diferentes situaciones, por lo tanto, al aceptarla, en alguna medida estoy contribuyendo a que esa acción siga de esa manera.

Nos estamos refiriendo al hablar de estos contextos o entornos a los factores sociales que intervienen en los comportamientos, donde están, valores de la sociedad, costumbres, creencias, sistemas de control, permisividades, etc.

Las personas tenemos la capacidad de adaptarnos a diferentes sistemas, entornos o situaciones. O sea, es muy probable que una persona que cruce la calle por cualquier lugar en su entorno habitual, cuando viaje a algún lugar donde esa acción no corresponda a la habitualidad, vaya a la esquina y espere la luz verde para cruzar, exactamente la misma persona.

Lo interesante es concebirnos no sólo como habitantes de un entorno que presenta ciertas características. Sino comprendernos como protagonistas de este entorno y de las características que pueda tener. Es decir, lo que hagamos o no hagamos está contribuyendo a la conformación del medio donde me estoy desenvolviendo. Es una mirada que nos posiciona en un lugar más activo frente al mejoramiento y no sólo como espectadores de una situación ajena o ya establecida de una manera determinada

Habitualidad. Si lo considero habitual, puede que lo considere normal y si lo considero normal, puede que lo esté aceptando y si lo acepto, no hago nada para que eso cambie. No es sólo conceptual, la forma en que vivo la situación y la valoro, es la forma en que la enfrentaré.

Creo que este tema da para muchos análisis e incluso miradas teóricas que podrían explicar de mejor manera estos fenómenos asociándolos a factores culturales, generándose modelos de mejoramiento. Mi idea es sólo plantear un tema que ojalá pueda generar ciertos niveles de reflexión positivos al respecto.